En sus fotografías muestra el interior de típicos hogares norteamericanos, donde se impone la soledad y la incomunicación.
Donde el frío ambiente es únicamente iluminado por la artificial luz de un televisor o de una lámpara amarillenta.
A menudo sus protagonistas aparecen desnudos ante otros que los contemplan impasibles.
Con tintes surrealistas e incluso yo diría que con cierto aire
apocalíptico, la extrema quietud y falsa tranquilidad que envuelve todo, lejos de sosegar, inquieta al espectador haciéndole sentir como si algo imprevisto
fuera a suceder en cualquier momento.